Yo fui culpable de que en X-men le pongan montañas a Villa Gesell

Sebastian Iglesias (sebakema)
10 min readJul 30, 2020

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La cosa es así ¿Quién no tuvo un secreto que guardó por años?
No digo un secreto insignificante, si no de esos que son insoportables, esos que pesan de verdad, aunque para el resto de los mortales simplemente sea una anécdota.
Es que no voy a negarles que quizás sólo sea una buena anécdota, pero para mi fue mucho más que eso. Por qué lo que voy a contarles, sin exagerar, produjo un quiebre en el multiverso de la costa bonaerense, más específicamente de Villa Gesell. Ya sé que van a pensar ¿qué carajos le pasa a este? Ok. Ok, están en su derecho, pero creanme que desde junio del 2011 hasta septiembre del 2012, vivimos una especie de distopía en esta ciudad, una distopía que pocos recuerdan y nadie supo que fue mi culpa.

Todas las historias tienen una prehistoria, la mía empezó cuando a mediados del 2009 me establecí en Villa Gesell.
Casi toda mi vida trabajé en comunicación y publicidad, la idea era jugar mi carta también en esta ciudad, mientras mantenía clientes de Buenos Aires y generaba nuevos contactos locales.
Es que Villa Gesell está viva todo el año, la mayoría de la gente piensa que a los que estamos en la costa nos apagan en marzo y nos encienden en diciembre. No los juzgo, yo también lo pensaba.
Recuerdo que cuando era chico estaba convencido de que no había colegios en la playa, un día le dije a mi mamá si vivía gente durante el año y cuando me contestó que si, la miré unos segundos y reaccioné: “¿y los chicos no van a la escuela?”
Es decir, ya de chiquito me imaginaba el paraíso, donde andás todo el día en traje de baño y ojotas, con una tabla de surf y un trago en la mano, sin nada que hacer, sin obligaciones, tan solo el mar, el trago y vos.
Ok, no voy a mentirles, a veces es así, quien vive en la costa sabe a que me refiero. Mientras otros tienen 5 minutos para comer en el microcentro porteño porque hacen cola los otros 40 minutos, a nosotros ese tiempo nos alcanza para ir a un parador, sentarnos sin esperar, comer entrada, plato principal, postre, tomar café y aun nos queda un resto para mirar 5 minutos al mar descalzos con los pies en la arena.
No me odien, es que lo que quiero contarles es tan pero tan comprometedor para mi, que necesito que antes me tengan un poco de sana envidia, así al menos hablo desde un lugar más digno, sin culpa y, por sobre todas las cosas, sin montañas en Villa Gesell.

Con quien era mi socio en aquel momento decidimos hacer una campaña de publicidad para promocionar la agencia en Villa Gesell, pensamos que la mejor manera para lograr un buen impacto era trabajar sobre el ADN de la ciudad y la fidelidad de aquellos que vienen a visitarla cada año. Es así que empezamos a buscar iconos visuales y aparecieron inmediatamente tres: el arco de ingreso, la araucaria ubicada sobre Av. 3 y un referente gastronómico y turístico, el parador Windy.
La idea era que la gente comprendiera que el amor por Gesell era incondicional, tanto es así que millones de jóvenes que pasaron sus vacaciones en esta ciudad, luego volvieron una y otra vez de grandes. De ese razonamiento nació el concepto: “Podés ir a otro lugar, siempre volvés a Gesell.”
Resumiendo, nosotros le ofrecíamos a nuestros potenciales clientes, que la gente iba a sentir el mismo amor por su marca que por Villa Gesell, lo que en comunicación se conoce como Lovemark.
Teníamos por un lado tres iconos visuales que si o si debíamos incluir y un concepto fuerte.
De esa forma nacieron tres gráficas que circularon por toda la web y en Villa Gesell fueron pautadas en medios impresos: la guía telefónica del 2010/2011 de COTEL y en uno de los diarios más conocidos de la ciudad.
En una de las gráficas veíamos al parador windy y a unos metros en el mar, al faro del fin del mundo.

Chango Publicidad (Enero 2010) // Faro del Fin del Mundo en Villa Gesell

En otra veíamos a la araucaria y adelante en vez de turistas en traje de baño, gente abrigada hasta la manija con un perro San Bernardo con el típico barrilito colgado de su collar.

Chango Publicidad (Enero 2010) // Araucaria en Villa Gesell con turistas listos para las montañas nevadas

Finalmente, para cerrar la trilogía que mezclaba a dos lugares turísticos completamente opuestos reforzando al concepto elegido para comunicar, aparecía la obra gráfica que desató uno de los peores fake de la historia del cine.

Chango Publicidad (Enero 2010) // Arco de entrada en Villa Gesell con montañas nevadas

Cuando llegabas a Villa Gesell, por lo menos hasta el año 2010, no veías la hora de doblar por el acceso norte y deseabas que ese colectivo o ese auto siga derecho por Av. Buenos Aires y te tire directo a la arena para sancocharte de una como un lagarto al sol y cada tanto meterte en el mar y putear por lo fría que estaba el agua. Bueno, pero antes de eso, tenías que recorrer obligatoriamente todo el ingreso a la ciudad y pasar por lugares que se quedaban en tu retina y te torturaban durante el año cada vez que estabas en un subte lleno, cada vez que tu jefe te pedía algo a los gritos en una oficina o cada vez que empezaba el calorcito y la cabeza se te volaba para la playa.
En ese recorrido de la entrada norte de Gesell, un guía turístico te diría que podes ver a tu derecha el tótem, a tu izquierda Pueblo límite, algunos restaurantes por aquí y por allá, más los infaltables comercios a los que quizás nunca irías a comprar pero igual recordás el nombre y su logo, simplemente porque estaban en la entrada de Gesell.
Además de todo lo que les conté, lo importante, el glorioso arco de entrada, que nunca se trató de una obra arquitectónica del carajo ni mucho menos, pero es como que cuando lo pasás, ya metiste el gol, ya estás adentro clavando la sombrilla en la arena, como Amstrong clavó la bandera en la luna.

Y así fue que el día que decidí poner detrás de ese arco de entrada una cadena de montañas, sin saberlo, abrí un brecha en el espacio y tiempo.
Claro, ustedes se preguntarán ¿Por qué? O pensarán que soy un exagerado, probablemente lo sea pero no quita que sea cierto.
Ese día sellé el destino de “X-Men, Primera Generación” y a su vez, logré que en invierno del 2012 (verano europeo) vinieran unos italianos a esquiar a Villa Gesell. Creer o reventar.
Una pesadilla que se hizo realidad, porque desde el momento en el cual me senté en el cine con un balde de pochoclos y coca para ver X-Men, desde ese momento empecé a sentirme raro, sabía que algo iba a pasar y cuando vi las montañas en Villa Gesell, todo cambió para mi.
Lo primero que hice fue reírme, pero como quien se ríe en un velorio. Desubicado e incómodo. Llamé a mi socio que vivía en Buenos Aires y lo mandé a ver la película. No logré mucho feed back de su parte, solo que se riera un poco conmigo.
Desde ese día supe que había logrado cambiar las características topográficas de la ciudad, con una sola foto en internet se produjo la magia. Es que en esa época si en Google ponías “Villa Gesell”, salía por todos lados la gráfica del arco de entrada en la ciudad con las montañas nevadas de fondo.
Guarda que cambiar las características del lugar está en el fucking ADN de la Villa. A Carlos Gesell todo el mundo le decía el loco de los médanos. Pasa que el loco resultó que también era un genio. Cuenta la historia que cuando Carlos compró los terrenos en 1931, muchas empresas estaban buscando forestar las dunas y unos años después, sin ninguna ayuda y en completa soledad, Carlos Gesell lo logró. Con tiempo sembró cada uno de los pinos y árboles que hoy están vivos en Villa Gesell. Así que no me juzguen, yo seguí los pasos del fundador.

Mi paranoia llegó más lejos de lo que pensaba. Luego de ver X-Men busqué entre mis contactos a gente que trabajara en cine, alguien que pudiera darme data de algún miembro del team que formó parte de la megaproducción de X-Men. La búsqueda dio resultado, un ex compañero de una agencia de publicidad conocía a un español que trabajaba para The Donners, una de las productoras de la película.
Me dieron su número. Cagado, me animé a llamarlo y le conté lo que había pasado. Obviamente le pareció gracioso, sabía claramente del error que habían cometido porque hubo varios errores en esa película, pero desconocía de dónde habían sacado que en Villa Gesell había montañas. Me prometió que iba a chequearlo. No le creí y con el paso del tiempo se me fueron apagando las expectativas.
Dos meses después me llega un mail con dominio español, era él. En el mail me dice que se había olvidado de contactarme antes y gracias a una cena con amigos la noche anterior, en la que entrecopas les contó la anécdota de las montañas, en honor a la verdad, recordó que no me había escrito para confirmarme que todas mis especulaciones eran reales.
En ese momento, sentí lo mismo que cuando la chica o chico que te movía el piso te mandaba una papelito con su numero de teléfono o un simple “Me gustas”. Me puse nervioso, se me hizo un nudo en el estómago.

La situación tal cual me la describió el gallego, la imagino de esta manera: un tipo cool sentado en una linda terminal con una hermosa iMac de 27 pulgadas, es uno de los tantos tipos que laburan en la producción recolectando información relevante de colonias alemanas en el mundo. Entre ellas, descubre a una ciudad hermosa donde su fundador, Carlos Gesell, es hijo de un muy reconocido economista alemán, Silvio Gesell. Leyendo también en internet, después de volver de un take away con un cafecito, descubre que Gesell recibió una importante inmigración europea, con una nutrida colonia de alemanes. Busca fotos de Gesell luego de escribir un tweet de mierda en su iPhone 5 y ve la entrada de la ciudad, el arco de ingreso y de fondo: las montañas nevadas. Lo ve en diferentes imágenes de google.
A las apuradas, tal cual así me lo describió el español, porque ese era el tiempo que manejaban para darle vida a X-Men Primera Generación, le dan un look a Villa Gesell digno de un paisaje de Austria, puede que más similar a Bariloche, otra de las ciudades que recibió una importante colonia alemana, pero que nadie en su sano juicio le pondría arena y mar, porque todo el mundo sabe y no duda que hay montañas. En Gesell, sin embargo, todo puede pasar.

X-Men 2011  // Un Villa Gesell montañoso
X-Men (Junio 2011) // Un Villa Gesell montañoso

Al confirmarlo, al tener el dato preciso del gallego, no pude dormir por un tiempo. Pensaba en un aluvión de turistas que en vez del termo, los tejos, las pelota paleta, la palita y el baldecito, se cargaran en el auto los skies. Me imaginaba un descenso climático, nieve en Enero. Pensaba que en vez de una tonina a lo lejos en el mar, ahora lo íbamos a ver al Nahuelito saludando alegremente a los turistas. Me imaginé incluso que en vez de corvinas, se volvía popular la pesca de trucha. También me atormentó la idea de las olas mansas bajando al punto de volver realidad esa frase que decía mi viejo cada vez que el mar estaba con bandera celeste: “Está hermosa el agua, parece un lago, ni una ola”.

El secreto lo guardé hasta hoy, iba a contarlo antes, recuerdo que mi idea era contarlo pero es como si le contaras a alguien que viste a un marciano o que un día hablaste con dios. Todos se ríen, te señalan y solo se ríen.

Tuve pesadillas que me acompañaron por años, en una me tiraba feliz en la arena y empezaba a mover los brazos y las piernas hacia arriba y hacia abajo, como si estuviera en la nieve. En otras abría la ventaba del dormitorio y en vez de un gato o una comadreja aparecía un oso. También soñé con que iba con amigos a la playa y terminaban siendo x-mens que salvaban a un turista de que se ahogue, como si fuesen baywatch geselinos pero con mucho más glamour y Fx.

Pero la cúspide, lo que logró que mantuviera este silencio por años, además de esa sensación de sentir que todo era producto de mi imaginación, fue cuando en invierno del 2012, llegaron un grupo de turistas que buscaban montañas en Gesell. No les estoy mintiendo, es real. Eran italianos, habían visto a X-men y los conocí de casualidad tomando un café en Bacará. Eran 6 los tanos y realmente estaban decepcionados. Hablamos un rato y los invité a comer un asado. Los llevé al faro. Los metí en el Bosque histórico. Les hablé de Carlos Gesell. ¿Y todo para qué? para limpiar mi culpa.
Si ya se, alguno se preguntará si les conté a los tanos que “Yo fui el culpable de que en X-men le pongan montañas a Villa Gesell”. La respuesta es no, simplemente porque no me habrían tomado en serio, me habrían respondido que ellos inclinaron la torre Pisa o lo que es peor, me imaginaba a uno de los tantos haciendo la vendetta, mordiéndose con ira el dedo índice cerrado y mandándome luego a toda la mafia italiana a matarme. Fui cobarde.

Es así, algunos logran cosas trascendentes en su vida. Otros hacemos que pongan montañas en dónde no las hay. En definitiva, como diría el español que laburaba en una de las productoras de X-men: a tomar por culo Marvel, yo siempre tuve mi corazoncito puesto en DC.

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